La Pascua, festividad cristiana por excelencia, se acerca y con ello uno de los dulces más ricos de nuestra gastronomía: las torrijas, plato elaborado a base de pan, huevo, azúcar o miel y leche, productos asequibles y que encajan perfectamente con las restricciones alimentarias de estos días.
Sin embargo, ¿sabías que en realidad es un postre que se toma en Navidad? y, ¿sabías que fue Juan del Encina el primero que habla de “torrejas”?



Un poco sobre el término “torrija”.
Si bien el término “torrija” es un término relativamente moderno, ya que no aparece en los diccionarios hasta el año 1591, anteriormente Juan del Encina ya habla de este manjar en su obra el Cancionero de finales del siglo XV. Incluso, la primera referencia aparece en la obra de Marco Gavio Apicio, gastrónomo del siglo I, quien en su recopilación de recetas de su época habla de “aliter dulcia”, plato dulce y menciona el hecho de que la rebanada ha de sumergirse en la leche.
Hasta entonces e incluso en diversas partes de la Península Ibérica se usaron diversos nombres relacionados con su ingrediente principal, el pan. Así se llamaban sopas doradas, rebanadas, tostadas o torradas, y que viene del mismo verbo latino que torrija: torrere. Así, “torrija” significó “trozo de pan”.
¿Quién fue Juan del Encina? ¿Cuál es su relación con Salamanca?
Juan del Encina (o Juan de Fermoselle) está ligado con la Casa de Alba. Los Duques acogieron en su palacio en Alba de Tormes al considerado como padre del Teatro español del Renacimiento.
Nacido en Fermoselle el 12 de julio de 1468 y estudió en la Universidad de Salamanca. Fue poeta, músico y dramaturgo. Ingresó en la Catedral de Salamanca como mozo de coro y más tarde, estuvo al servicio del hermano del duque de Alba, quién le financió sus estudios de bachiller en leyes en la Universidad de Salamanca, donde probablemente tuvo como maestro a Antonio de Nebrija.



Juan del Encina y la Casa de Alba.
Parece que ser que el primer contacto que tuvo Juan del Encina con la Casa de Alba tuvo lugar en la misma Universidad de Salamanca. En ella Don Gutierre Álvarez de Toledo, hermano del II Duque de Alba, era maestrescuela, uno de los cargos de la institución más importantes y de hecho, el único cargo vitalicio. Así fue como Juan del Encina entró como paje de Gutierre de Toledo quien a su vez le abrió las puertas del palacio en Alba de Tormes y acceso a su hermano, Don Fadrique, quien protegió al joven Juan del Encina.
Recordemos que el II Duque de Alba, Don Fadrique fue un personaje de especial relevancia porque en su palacio desarrolló una muy amplia labor de mecenazgo artístico y literario, reuniendo a personajes tales como Juan Boscán, Garcilaso de la Vega y a quien nos ocupa en este artículo, Juan del Encina. De hecho, la publicación de su cancionero del que hablaremos más tarde se debió al apoyo recibido por el Duque de Alba, en cuyo palacio vivió desde 1492 a 1496.
En algún momento entre 1496 y 1497 Encina abandonó la corte ducal (posiblemente por desavenencias económicas con sus patronos y el cansancio del poeta ante esta situación) para pasar a depender de otro importante mecenas, el Príncipe Juan.
Juan del Encina murió en León en 1529.



El Cancionero de Juan del Encina y las “torrejas”.
Se dice que Juan del Encima fue el primero que empleó la palabra “torrejas” en una de sus poesías. En su Cancionero de 1496 puede leerse: “No piense que vamos / su madre graciosa / sin que le ofrezcamos / mas alguna cosa / que es de gran valor / madre del redentor / En cantares nuevos / gocen sus orejas / miel y muchos huevos / para hacer torrejas / aunque sin dolor / parió al redentor”.
Se trata de un villancico en el que uno de los pastorcillos canta sobre los regalos que llevan a Jesús recién nacido y su madre. Y como se puede ver era costumbre, por lo tanto, ofrecer este dulce a las parturientas.
Y tiene su sentido ya que se trata de un plato sumamente sencillo, elaborado a base de pan (más bien duro) que se moja con leche y canela, azúcar y miel..
Al ser un dulce elaborado con leche se creía que su consumo ayudaba a estimular la secreción de leche en las mujeres parturientas ( ya se sabe, de lo que se come, se cría…). Lope de Vega mencionó las torrijas infinidad de veces en sus obras: “Si haciendo torrijas andan, serán para la parida” (La niñez de San Isidro, 1622).
Del mismo modo, es un manjar que se le daba a los invitados al nacimiento, festejando así la buena nueva que tanto el niño como la madre habían sobrevivido a tan peligroso trance de dar a luz y sobrevivir ambos.
También se le daba este postre a enfermos y convalecientes, ya que tanto los huevos, como el azúcar o la miel son alimentos muy energéticos.
En la España Peninsular, este postre se ha degustado desde tiempos inmemoriales. Sólo hay que tener en cuenta que en la cocina sefardí ase conocen como “revanadas de parida”, lo que además nos lleva a concluir que antes de la expulsión de los judíos de los reinos que hoy conforman España, ya se degustaba semejante manjar.



Un plato sumamente sencillo e ideal para consumir en Cuaresma.
Las torrijas es un plato sumamente sencillo. Se trata de pan (más bien duro) que se moja en leche con canela y se adereza con azúcar, miel…
Como hemos comentado es un plato íntimamente ligado con los partos. En 1705 las torrijas se definen como “rebanadas de pan fritas y untadas en miel que dan a las mujeres paridas en España”.
Pero ¿y por qué se comen en Cuaresma? En realidad se trata de una coincidencia práctica que se ha acabado convirtiendo en una tradición. Hay que tener en cuenta que durante el siglo XIX y durante el auge de la clase burguesa se refinan sus ingredientes, introduciendo en algunas versiones patata, almidón de maíz, café o mermelada. Y aunque se complicó su receta al mismo tiempo pasaron a la dieta cotidiana y será en el siglo XIX cuando se instituye su fórmula más conocida hoy: pan mojado en leche con canela, rebozado, frito y con azúcar o miel.
De la misma manera como sus ingredientes son compatibles con las restricciones alimentarias de la Cuaresma, se empezaron a vincular con los menús de vigilia junto a otros postres como las natillas o los buñuelos. De hecho hay otros postres como pestiños, rosquillas, panquemao, bollos de pascua, orejas, flores… que tienen en común el hecho que utilicen ingredientes permitidos durante la abstinencia o el ayuno.
Sin embargo, las torrijas son típicas en otras fechas en algunas zonas de España. Así, por ejemplo, en Cantabria se comen en Navidad (conocidas como tostadas) o en el País Vasco durante Carnavales. La torrija era a comienzos de siglo XX muy habitual en las tabernas de Madrid y se servía con vasos de vino.
Feliz Pascua y a disfrutar de las procesiones y de un postre delicioso y muy nutritivo. ¡Que aproveche!
Fuente: Ana Vega Biscayenne. El Comidista (El País) https://elcomidista.elpais.com/elcomidista/2017/04/05/articulo/1491420251_030252.htm
https://www.diariocritico.com/origen-de-las-torrijas-y-tradicionales-semana-santa